jueves, 30 de diciembre de 2010

martes, 21 de diciembre de 2010

Por gusto.

Solo por gusto, porque a pesar de muchos es Navidad y porque hoy estoy especialmente cansada y una amiga ha estado ahi cuando lo he necesitado.



lunes, 15 de noviembre de 2010

Poveda y Zapata. Zapata y Poveda

Pocas veces se puede cantar mejor.
Dos sueños de voces juntas.

lunes, 8 de noviembre de 2010

Siempre Anna.

Hoy vamos de ópera.
Sólo para escuchar y no pensar.

Cuando una pareja era perfecta.

La mágia que había entre ellos pocas veces se ha conseguido.

domingo, 7 de noviembre de 2010

miércoles, 3 de noviembre de 2010

jueves, 7 de octubre de 2010

DIGAN LO QUE DIGAN.... FANTÁSTICO

Lo he descubierto tarde, pero lo he descubierto.
¡Qué manera de cantar!. Su voz es irrepetible. Maravilloso.....















martes, 21 de septiembre de 2010

lunes, 26 de abril de 2010

Dolor.

Me viene a la cabeza una imagen de mi último viaje a Barcelona. Cerca de la catedral, unos chicos intentaba socorrer a una paloma herida. Sangraba por una pata y tenía un ala rota. Estaba muy asustada. Acurrucada en un rincón no paraba de temblar. El chico la intentaba coger para ayudarla, pero la paloma, con pequeños movimientos, intentaba huir de lo que se le venía encima, aunque este fuera su salvador.

Siento como si mis alas se hubieran partido, y me estuviera desangrando poco a poco.
Caí y me levanté, pero mis heridas siguen ahí.
Es rabia, enfado, dolor e incomprensión todo lo que pasa por mi cabeza.
Inexplicablemente sigo mirando una y otra vez atrás.
La respuesta a qué hice mal, en qué me equivoque no la encuentro.
Son siete años de mi vida perdidos, ensuciados, volcados en una entrega. Y a cambio solo recibí desprecio.

Las palabras de aliento y apoyo las tengo, pero la sangre sigue escapando de mi.
Al final sé que conseguiré coser mi herida, como lo he hecho otras veces. Pero también se que esta cicatriz será de las más profundas que tenga.
Creo que pocas veces alguien me defraudó y me hizo tanto daño como tu.

jueves, 8 de abril de 2010

Viajes

Hacer la bolsa, recoger tres cosas y comenzar el camino.
Siempre los caminos son más cortos cuando estos se recorren en compañía.
Lo vivido juntos, el compartir el pan y el vino durante todo el trayecto, hacen que lo andado no cueste tanto y las piedras que nos cruzamos sean más pequeñas.
Otras veces, el camino se pone cuesta arriba. El apoyo y bastón del amigo se rompe y éste, nos hace caer sin remedio. Nos preguntamos por dónde se quebró, qué hizo que la unión durante tantos años se resquebrajara y partiera un trozo de nuestro interior.

En solitario, el horizonte me parece distinto. Perdida entre losas y ramas extrañas.
Tropiezo y caigo. Llena de polvo, limpio mi cara y me levanto. Continuo sin remedio, más despacio pero ya sin pausas.


Los recuerdos nacen y en mi interior lloran. Quieren brotar y ocupar el espacio en mi mochila, pero no dispongo de sitio, llevo lo mínimo para sobrevivir, y el peso que suponen es demasiado.
He mirado por un instante a tras. He recordado las espinas clavadas en mi mano del bastón ya partido. Por mucho que deseara pegar sus trozos, las astillas ya estaban clavadas. Se quedó en el camino. Y yo sigo mi viaje.


domingo, 21 de marzo de 2010

BARCELONA......

Dos días intensos.
Reencuentros con viejos amigos, encuentros con amigos y quizás futuros amigos.
En 48 horas las cosas cambian de color. Lo oscuro se aclara, el frío pasa al sol de primavera y la lluvia tardía ya no molesta.
Unas tenues gotas te acompañan de regreso a la soledad cuando dejas detrás al compañero de hace ya muchos años.

Compartes con él vivencias mutuas y actuales. Las inquietudes y sueños por cumplir y deseas que esta amistad siempre perdure y que los papeles no permitan que tenga que regresar a su casa y teje la tuya un poco más solitaria.
Otros reencuentros siempre son fríos, extraños. Deseas en el fondo que estos fueran como una vez lo soñaste y no como siempre han sido, fríos y extraños preguntándote una y otra vez el porqué se repiten.

Los amigos, los nuevos amigos a los que cuentas las historia más nimias o profundas. Te escuchan con interés y paciencia. Aprendes de ellos y ellos de ti. Compartimos risas, vinos y llantos. Quizás sean solo para una noche, pero lo han sido.
Despiertas y deseas repetir estos momentos una vez más. Será difícil.
Qué bella es Barcelona en primavera.



lunes, 15 de marzo de 2010

domingo, 7 de marzo de 2010

jueves, 4 de marzo de 2010

Camino

Estoy de vuelva.
Cansada por el camino ya andado, aún sin querer limpiar mis botas del polvo arrastrado, siento que esta etapa ya está terminada.
Lluvia constante, el agua y el barro pegados siempre a mis ropas.
En el refugio de tus ramas dulces y acogedoras, por fin puedo dormir.
Aquí, solos, entregados uno al otro, mis manos son el arco en tus cuerdas.
La luz vuelve a nosotros y debo comenzar mi nuevo camino.
Duermes tranquilo. Sin saludos me voy.
La lluvia me acompaña. Comienzo otra historia.




lunes, 22 de febrero de 2010

Otro día.

A las siete y media solo me cruzo con 3 ó 4 personas, aunque Madrid se despierta muy pronto.
Creo que el peor día siempre es el Jueves. Todo me pesa. Cada día salgo más tarde y siempre me digo que ya lo recuperare a la salida, pero aun haciendo esto, no me gusta y me siento mal.
Es como si todo el peso de la ciudad recayera en mis hombros.
Esquivo los excrementos de los perros, la basura revuelta y esparcida por las aceras, maldiciendo el impuesto que nos han incrementado este año y lo poco eficaz que es este atraco municipal.
Cuando salgo de casa, aún con el mal humor y la desidia, al cerrar la puerta del portal, veo mi reflejo e intento colocarme una sonrisa para los demás.
No es una sonrisa falsa ni forzada, quiero que las pocas personas que me cruzo por las mañana, si llegan a mirarme, vean a en mi una persona medianamente feliz, no quiero enseñar la dejadez y abatimiento que en ocasiones me pesa. Y a esta pequeña sonrisa le intento sumar algún acto de amabilidad. Ceder un asiento o el paso, recoger un objeto del suelo y entregarlo a su dueño, ayudar con indicaciones aun cuando no te las han pedido...
Y haces todo esto, y algunos de los compañeros de viaje matutino te observan y no sonríen, fruncen el ceño y casi te insultan. Y el peso se hace mucho mayor si es posible.
Pero hay días en los que este peso disminuye.
Cuando alcanzo mi primer objetivo de la mañana y el metro llega al andén justo cuando bajo el último escalón. Al conectar la música de mi reproductor y sin saber lo que sonará, los acordes de una bella voz me trasladan a los jardines de Viena en julio,

al Metropolitan en marzo o

a un soñado local nocturno, recorriendo una pequeña pista de baile, con un suave tango.

Y alcanzo el siguiente objetivo de la mañana y de una bofetada me devuelve a las mojadas calles de Madrid.

Empujones para salir del metro. Carrera de obstáculos subiendo las escaleras y la maratón por llegar lo antes posible para fichar.
Consigo el tercer objetivo de la mañana. Me siento en mi silla, busco papeles pendientes de resolver y repaso una vez más el porque el tipo que tengo casi en frente de mi despacho sigue si darme lo buenos días cuando llego.
Papeles, llamadas, papeles, café. Papeles, más llamadas. Internet, internet, internet. Ya no tenemos acceso a facebook ni a descargas rápidas de archivos, y sinceramente lo echo de menos. Mi rendimiento no bajaba con ello, lo puedo asegurar. Pero no está bien visto, por supuesto, y es dinero que dejar de ganar la empresa con nuestra productividad, ¿con nuestra qué....?.
Comer en medía hora. Otra media hora perdida.
Papeles, pereza, internet.
Pasadas las seis de la tarde recojo todo y salgo por fin a la vida. ¿Vida?.
El cansancio me puede. Ya no corro para coger el metro. Los andenes están llenos y mojados. Las goteras lo transforman todo en balsa de agua sucia y escurridiza.
Llego a casa. Ya no me quedan sonrisas.
Colocar cositas. Ordenar mi pequeño espacio y leer correo de amigos no conocidos y esperar los correos de los conocidos que no llegan.
Cenar y tele. Preparar la comida para el día siguiente y poco más.
Así un día tras otro, una semana tras otra, un mes tras otro.
Estoy cansada.
Me voy a la cama. Con suerte esta noche soñaré con que estoy lejos de aquí con mi niño. Sin ella, soñaré con alguien del trabajo.
Otro día.